Cada día salimos del espacio que llamamos hogar para dirigirnos hacia otros sitios o lugares, estos pueden ser físicos o encontrarse en la virtualidad. En ellos nos relacionamos con una gran cantidad de personas con quienes compartimos un cúmulo de información. Al finalizar la jornada, en la que cada unx regresa a su morada buscando refugio y descanso, deseamos que esos espacios familiares nos habiten nuevamente, de manera que este sitio brinde seguridad, tranquilidad y contención.
La psique, o mente, es la morada de nuestras facultades cognitivas y emocionales; en ella se procesa un complejo entramado de ideas y pensamientos que subyacen en la memoria, esa experiencia personal que cada unx registra del mundo sensorial y emocional sobre su entorno. Este sitio personal es el que nos permite responder a los estímulos que nos atraviesan y, de igual manera, da respuesta conductual sobre cómo decidimos —consciente o inconscientemente— relacionarnos con los demás, con el mundo que nos rodea.
Cuando nuestra psique se encuentra en conflicto, saturada o inundada de preocupaciones, regresar a sí mismx puede convertirse en un caos interno. Se convierte en una lucha constante, ocasionada por habitar un lugar en el que no se desea estar. Esto puede convertirse en una tortura y —con el tiempo— un problema. Nos preguntamos cómo volver a acomodar ese sitio para que vuelva a ser un lugar seguro y disfrutable al cual deseemos llegar, habitar y que nos habite.
Estos cuestionamientos pueden desencadenar un círculo vicioso de sobrepensamiento que, lejos de ayudar acrecientan el malestar. Es como recorrer de noche un trayecto, incansablemente, buscando un objeto del cual no tenemos información. Entonces será necesario detenerse y hacer una pausa para descansar y respirar. De este modo podremos analizar la incomodidad, reflexionar en la forma que esto nos importa y afecta nuestra vida; también tendremos que cuestionar las creencias que nos limitan, dar nombre a lo que se ha descubierto para mirar desde otro enfoque que nos permita deconstruir lo aprendido. Esto ayudará a reconstruirse, a partir de nuevas narrativas y significados, mismos que ayuden en la búsqueda de alternativas y soluciones de aquello que nos impide estar tranquilxs. Esto no tenemos por qué —necesariamente— hacerlo solxs. La terapia es una morada segura. En ella podremos detenernos y permitir estar acompañadxs. Y así, desde una mirada objetiva —no condenatoria, sino empática— externar esos aspectos e historias personales que servirán de guía y recurso para darse cuenta de aquello que movilizará el cambio deseado o, simplemente, encontrar lo que hemos estado buscando. Esto, al final,
permitirá regresar a esa morada personal,
siguiendo la vereda que cada quien eligió y
habitarse tranquilamente, otra vez.
Que espacio tan maravilloso
Gracias por tu generosa lectura, Yoselin.
Mi querida Mariana qué lindo lo que escribes..
Logras transmitir con claridad la importancia de la psique como “La Morada” un refugio que necesita ser reconstruido cuando se encuentra en caos. Tus palabras resuenan y nos invitan a reflexionar sobre la búsqueda interna y la importancia de la Salud Mental. ¡Felicidades por tu gran trabajo!
Gracias por tu generosa lectura y aportaciones, Laura. Esperemos que las barreras que impiden a las personas acudir a terapia se derriben y, con el tiempo, hablar sobre salud mental en los espacios cotidianos tenga connotaciones positivas.