Todo lo que no puedo decir se trata en este libro autobiográfico: la confesión honesta que Emilie Pine se escribe a sí misma, evitando disfrazar las historias terribles de su pasado. Situaciones que en algún momento aprendió a narrar como momentos chuscos o embarazosos, normalizando la violencia e incluso llegando a pensar que esas cosas pasan, que es parte de lo que debe vivir una mujer.
Para algunxs lectores ha resultado un libro incómodo, pues leer que una mujer de 40 años debe atender a su padre alcohólico e interesarse por su salud, a pesar de que él, de manera irresponsable, se olvidó de la crianza y manutención de sus hijas cuando eran pequeñas, dejándolas en la precariedad, no es algo rutinario. Esto sin mencionar que en sus páginas se atraviesa la adolescencia con todo lo que significa y que las palabras menstruación, sangrado, sexo, violación, anorexia, bulimia, drogas, entre otras, sean tabú para la sociedad, añade otra capa a todo aquello de lo que deberíamos hacernos cargo socialmente y deja, por otro lado, de responsabilizar a las mujeres de la violencia de la que son víctimas (por el simple hecho de ser mujeres), empezando a responsabilizar a quienes ejercen esta violencia. Pine expone su vida y, de alguna manera, le da voz a las historias de millones de mujeres que, sin importar si son irlandesas como ella o la leen en otras latitudes, pueden hacer eco de sus palabras al darse cuenta de que en un mundo sexista se imponen juicios de valor al ser mujer dependiendo de si es madre o no, si está dedicada a lxs demás, si cuida de ellxs, si renuncia a su crecimiento profesional o “egoístamente” elige no cumplir con las expectativas sociales puestas en ella y vivir plenamente a su manera.
Todo lo que no puedo decir está escrito en esta obra. Para que lo sepan otras mujeres que, aunque tampoco puedan decirlo —aún—, si lo viven o lo han vivido, sepan que también son y han sido valientes ante todo aquello que afrontan.